Francina Armengol tocando el violón,... en catalán claro

Concierto de la Sinfónica de Baleares en el Castell de Bellver. JORDI 

Si la música es el lenguaje universal, el Gobierno dirigido por la socialista Francina Armengol acaba de sacar a Baleares del universo, al convocar las bases para confeccionar una bolsa de trabajo temporal en este organismo público, en las que se exige a los candidatos un nivel de catalán B2. La medida es simplemente el resultado de la recuperación del catalán que los socialistas de Baleares, en connivencia con los ecosoberanistas de Mès y Podemos,impusieron en 2016 para poder trabajar en la función pública.

La Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares publicó el pasado 5 de abril la convocatoria de unas pruebas para cubrir distintas plazas de forma temporal para todas las familias instrumentales. Según se establece en las bases, podrá acceder a dichas pruebas cualquier músico español o extranjero que tenga los estudios superiores del instrumento al cual se presente, aunque no disponga ahora del nivel de catalán que se exige en esta convocatoria, en concreto, un nivel B2 —avanzado— de la lengua cooficial. Aun así, en esta convocatoria la Orquesta Sinfónica priorizará la contratación de los músicos que, habiendo superado previamente la prueba artística, acrediten además la preceptiva titulación lingüística.

La falta de oposiciones desde hace años hace que gran parte de la Sinfónica se alimente de un bolsín, también formado en su mayoría por extranjeros, y que en su mayoría se verán excluidos por la exigencia del catalán.

Se trata de una orquesta en la que, más de la mitad de sus miembros, son extranjeros, partiendo por su director, el japonés, Joji Hattori, quien además se dirige a los músicos en inglés. El otro director, el madrileño Pablo Mielgo, lo hace en castellano. 

Sin embargo, al contar con plaza en propiedad, esta medida no les afecta, como tampoco a los violinistas Smerald Stahiu, Gina Nicola, Jennifer Peck, Andrei Melkumov, Beth Super, Christine Schedukat o Ferenç Racz; o a los contrabajistas Martin Gregg, Josef Szafrañski, Philip Dawson o Wojciech Sobolewski, en esta ONU musical que compone desde hace lustros la Sinfónica balear.

Una de ellas es la chelista rusa Ella Carberry, quien desde 2005 es convocada todos los meses una o dos meses para formar parte de la Sinfónica. Su discurso, es muy parecido al que pronuncian desde hace meses los médicos de Baleares por la misma exigencia: «Es muy raro, no sé para que se necesita el catalán para tocar el chelo, o la flauta».

Es de suponer que a otros trabajadores temporales, los directores invitados de esta temporada, entre los que se encuentran Giuliano Carmignola, Jonathan Cohen, Leopold Hager o Krzysztof Penderecki no se les ha exigido ni se les exigirá el catalán. Los violinistas, chelistas, flautistas, trompetistas y clarinetistas de Baleares que no sepan catalán ya pueden irse con la música a otra parte que no sea la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares.

Con esta medida, el gobern de Francina Armengol consigue la cuadratura del circulo y que solamente un payés de Manacor que toca la flauta o un ciudadano de la vecina república de Tractoria que nos toca a los españoles otro instrumento, pueda convertirse automáticamente en músico sinfónico por la via del boletín.

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