Recomponer los platos rotos del separatismo

https://www.dolcacatalunya.com/wp-content/uploads/Manresa.mp4?_=1

Una formidable descarga de realidad con efectos devastadores ha caído sobre el nacionalismo catalán por parte de unos aventureros aptrovechados. La maquinaria judicial y el 155 se han llevado por delante el insensato desafío al Estado. Por unos cuantos años, también se ha desvanecido el sueño de la Cataluña independiente. Un sueño prometido por unos dirigentes políticos irresponsables y acariciado por muchos catalanes de buena fe.

Hace pocos dias fue Sabadell con miles de personas en la calle clamando contra el continuado abuso de los culpables del actual desaguisado catalán, el domingo fue Manresa, capital de Bages y pseudocapital del separatismo, que anteayer un colegio llevaba a sus alumnos a abuchear a la Policía y ayer miles de manresanos han salido a la calle para decir que son españoles. Ya se se estaba observando que los vecinos estaban hartos cuando el cartel separatista que preside la entrada del pueblo era eliminado con admirable frecuencia (véalo también aquí).

Los manifestantes se han acercado hasta el cuartel de la Guardia Civil  pero no les han podido entregar una camiseta tal como tenían previsto ya que un cordón de los Mossos les impedía acercarse. En la marcha se han visto muchas banderas españolas y catalanas y se han escuchado gritos de "viva España, viva Catalunya", "no nos engañan, Catalunya es España" o "Puigdemont a prisión". También han gritado consignas contra los Mossos como "esta policía no nos representa" o "donde estabais el 1 de octubre?".

La ruptura también le llegó al aparentemente inquebrantable tándem Oriol Junqueras-Carles Puigdemont. La desconfianza preside sus relaciones y estrategias individuales. La lista única o de país es imposible por razones tan poco ideológicas como que uno decide desde la prisión y otro hace números desde un exilio belga tan voluntario como cobarde. ERC declina proseguir con el PDeCAT porque descuenta que en la próxima legislatura no habrá nuevas tentativas de independencia y sus socios, más allá de la patria común, sólo ofrecen actitudes conservadoras y mucho que esconder bajo la alfombra de años y años de gobierno autonómico.

Lo último en romperse ha sido el gobierno municipal de Barcelona. Ada Colau echará a los socialistas de la administración de la ciudad. Era previsible. Tiempo atrás sostuvimos que era un pacto envenenado, sin futuro, por quiénes eran los líderes y la escasa generosidad y altura de miras demostrada por una generación de activistas llegados a la política por signo de los tiempos en Occidente. Sin el PSC como contrapeso, el amateurismo y la deriva populista del gobierno municipal de la capital catalana corre el riesgo de ser estratosférico.

De todas estas manifestaciones espontaneas que van surgiendo en cualquier rincón de la región contra los caciques independentistas, la televisión y medios públicos aún en manos de los nazionalistas y no dan ninguna información sobre estos hechos.  Solo se recrean en transmitir manifestaciones masivas como si fueran desfiles en Corea del Norte y nada mas, de quienes han sido incapaces de dar el paso definitivo para llevar a Cataluña a su independencia. Tantos años de 'proces' han roto la paciencia de la sociedad en su conjunto.

Ahora todos los partidos nacionalistas se empeñan en formar listas inverosímiles para competir en las elecciones del 21D, que ellos dicen son ilegitimas. La lista única o de país es imposible por razones tan poco ideológicas como que uno decide desde la prisión y otro hace números desde un exilio belga tan voluntario como cobarde. Con Puigdemont autoexiliado, haciendo el ridículo en Bruselas, Junqueras integrado en la rutina carcelaria y la Forcadell renegando por escrito de sus creencias por miedo al talego y sin un nuevo líder capaz de cambiar el rumbo redundante y sin el dinero en abundancia, para llevar a cabo proyecto de cartón piedra, es probable que durante varias décadas puedan repetir los éxitos pasados.

  

Y, en ese escenario, ¿creen ustedes que las elecciones del 21D serán una pócima para curar la enfermedad catalana? Seamos realistas, sea cuál sea el resultado, en esta tierra serán necesarias décadas para recoger los pedazos de convivencia que hemos escampado en esta crisis política. En el mejor de los casos constituirán un calmante momentáneo, pero no una solución quirúrgica definitiva.

El 21D, incluso aunque se produzca el deseable desalojo del independentismo del gobierno autonómico, sólo será el inicio de un trabajo gigantesco de recomposición del puzle catalán. Todos los fragmentos deberán unirse en una laboriosa operación de ensamblaje que conviene tener muy presente desde la propia Cataluña y, por supuesto, desde el resto de España, menos consciente todavía de la inteligencia estratégica necesaria y de que en el momento indeterminado en que se jodió el país sucedieron muchas más cosas que el quebrantamiento de algunas leyes y la vulneración de normas comunes. El sentido común hace tiempo que saltó por los aires.