Reflexión e indignación

Reflexión e indignación

Ayer finalizó sin pena ni gloria la tediosa y autocomplaciente campaña electoral organizada por los partidos, la verdad es que ya había terminado hace una semana, desde que el aluvión de jóvenes airados contra la casta política, tomaron la puerta del Sol y las principales plazas públicas del país y allí siguen en la búsqueda de su utopía. Y no les falta razón porque aunque buena parte de la responsabilidad de la crisis recaiga sobre el actual Gobierno, sin embargo del deterioro de la calidad de nuestra democracia son responsables todos y cada uno de los miembros de la casta política, sin distinción.

Ojalá que esa “revolución” pueda llegar a ser el principio de la caída de un actual “Régimen de corrupción”, sin necesidad de violencias callejeras y fomente la apertura hacia una democracia más transparente y más representativa, con la inclusión de las listas abiertas, en la que los ciudadanos más preparados podrían tener oportunidades de representar al pueblo, sin pasar por la criba de los intereses del aparato de los partidos políticos. Esto ahora podría ser más posible que nunca, ya que internet permite una mayor democratización e intercomunicación de la sociedad española. Ojalá sea el inicio de una sociedad más libre y participativa, en la que se tengan más en cuenta los intereses de los patriotas españoles en nuestra propia España.

El descontento que se ha acabado convirtiendo en un auténtico estallido social de repercusión mundial y que amenaza con extenderse por todas las capas de población y clases sociales, tiene su origen en una generación que ha perdido por completo la esperanza y a la que lo que le ofrecemos es un futuro incierto y desolador. Es una generación perdida, sin duda mucho mejor preparada que la nuestra, con mucha más capacidad para el desarrollo de sus aptitudes, pero inevitablemente condenada a vagar por una interminable cuneta de contratos basura y empleos de baja cualificación. O a emigrar. Todo ello gracias a la política errática e irresponsable del Gobierno de Rodríguez Zapatero que gracias a negar una crisis desobedecer los consejos de nuestros socios europeos y aplicar con ensañamiento soluciones equivocadas nos ha llevado a la situación actual.

Pero en estas elecciones no se decide su continuidad. Hoy toca reflexionar y decidir por quienes van a gobernar nuestros ayuntamientos y comunidades. Nada más. Y mañana votar a la opción menos mala de un catálogo desesperanzador de las opciones políticas en liza. Un domingo en el que no va a ocurrir nada distinto de lo que estaba previsto que ocurriera: va a ganar el PP y la única duda es si lo hará con la suficiente contundencia como para que esa victoria obligue al presidente Rodríguez a adelantar las elecciones generales, pero eso no lo sabremos hasta casi la media noche. Pero si el culpable de todo esto que no es más ni menos que Zapatero y su Gobierno no dimiten después de su presumible debacle, poco se podrá cambiar, salvo que los ganadores a su toma de posesión van a descubrir que estamos mucho peor de lo presumíamos y que no pueden actuar rápidamente como quisieran por falta de criterio desde el poder central.

El espejismo de Sol con estos jóvenes metidos a la política por desesperación nos ha abierto los ojos para que salgamos de nuestro pesimismo pero ellos no tienen la llave de la solución de los problemas del país. Esta en poder nos guste o no de los políticos aunque con acción de estos jóvenes hemos llegado a creer que las cosas pueden cambiar, si los escuchamos al día siguiente  ponemos empeño para que muchos de sus mensajes queden en saco roto. Muchas de sus propuestas, tanto las de tipo económico-social, como las de tipo político-institucional, son perfectamente estudiables y, probablemente, asumibles.

Todos sabemos que el capitalismo no va a morir por esta ofensiva revolucionaria, pero si conseguimos un capitalismo más humano, más solidario, habremos dado un paso importantísimo en la búsqueda y la consecución de un mundo mejor, más justo, más libre... La llave la van a tener una vez más, quienes ganen en estas elecciones, que harían bien en tomar buena nota de estas reivindicaciones y ponerse a trabajar a partir del lunes en la dirección correcta.